
Se dice que los críticos de todo arte son de hecho artistas frustrados en el mismo arte que tanto critican. No lo dudo. Cuando uno no es capaz de hacer una buena pintura, pero se ama la obra gráfica, entonces se le tira mierda a lo que no cumple con los requisitos ideales dictados por nuestras preconcepciones mentales. Si yo no la puedo pintar, espero que otro la pinte. Pero si han de pintarla, que sea tan buena como la espero.
Yo no me considero un crítico y he declarado en un par de ocasiones en este blog que aquí sólo se trata de rascarme esa comezón musical que tengo como melómano empedernido. Sin embargo, si somos profundamente objetivos, este y todos los blogs de música (donde el ejercicio no es profesional y uno se puede escudar tras el argumento del pasatiempo) representan una vanidad total de quien lo escribe. Sí, no nos hagamos los humildes que no estamos en tiempos donde se crea demasiado en la santidad y en la pureza. Si entras a un blog como este es porque esperas encontrar buena música, artistas que tus amigos no conocen, discos que quieres tener antes que el mainstream los vuelva de un dominio mucho más popular. Y así, se convierte en una competencia entre bloggeros: "publiqué el nuevo disco de X antes de que lo publicara mi blog vecino". Muchas veces, con ese afán informativo-competitivo bañado en vanagloria, se sacrifica el objetivo principal de espacios virtuales como este, es decir, el de disfrutar. El de disfrutar para después poder recomendar. Recomendar porque sabemos que ahí afuera hay gente como uno, navegando, buscando, viviendo su propio mundo de vanidad donde ellos también son las estrellas.
Párense el culo, presuman, regocíjense en su amplio conocimiento musical, pero sobre todo, no se olviden de disfrutar lo que escuchan. Eso es lo más importante.
Yo procuro seguir disfrutando, pero a veces mi propia vanidad no me deja ver más allá de mi nariz (la cual es, sin dudas, bastante prominente).