25 sept 2009

Taken By Trees - East of Eden


Tenemos todos un abuelo que a mediana edad decidió emprender un viaje como nunca antes en su vida. En su mochila sólo un whisky, un cambio de ropa y en la mano una guitarra. Boleto de avión a África y boleto de cambio de vida sin regreso confirmado. Al pisar esa tierra caliente su vida se convirtió en otra; caminó descalzo sobre terrenos vírgenes, folló con mujeres tan oscuras como la noche, aprendió de los niños mucho más de lo que él les pudiera enseñar a ellos y tocó instrumentos que no se parecían ni a la peor quimera que habitaba su imaginación. Después grabó un disco. A ese abuelo podríamos llamarle Paul Simon. Podríamos, porque no estamos seguros que la historia vaya como la contamos. Pero al menos para Victoria Bergsman puede que la historia haya sido así y que su abuelo haya sido ese. Otra vez suponemos, porque tampoco afirmamos que así lo sea, pero para efectos musicales valgan las historias y los parentescos.
Entonces, en esta supuesta historia, nuestra heroica señorita (que no supuesta, porque es tan real como la vida misma) emprende un supuesto viaje al medio este; como su abuelo, lleva su guitarra, su boleto de ida sin garantía de vuelta y la mente tan abierta como si la tuviera bajo el constante influjo de las drogas.  Allí, en misteriosas tierras tan cercanas al oriente, se cubre la cabeza como las mujeres que la acogen, permite que los instrumentos milenarios penetren su espíritu como le gustaría que los hombres de ahí la penetraran si estuviera dispuesta a entregar el cuerpo como entrega el alma, y les cuenta a todos de su vida mientras escucha sobre las vidas de todos ellos. Adapta su mundo al de ellos y no el de ellos al suyo. Regresa a casa y nos habla del Este del Edén, sin saber que cada noche los árboles vendrán por ella, para llevarla en sueños, entre sus ramas, al lugar que no volverá a pisar jamás. 

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